domingo, 24 de febrero de 2008

CUBA: INCERTIDUMBRE EN EL CARIBE


Desde que Fidel Castro asumiera el poder de la isla caribeña, en una larga dictadura comunista, todo ha sido una aventura.
En sus inicios con el derrocamiento del régimen de Batista, ante la implantación de una revolución, inicialmente socialista, con la oposición de la oligarquía de la isla, y del vecino del norte, la revolución cubana hubo de escorarse aún más a posicionamientos comunistas y pactar con el bloque comunista cuya hegemonía lideraba la Unión Soviética. Suponiendo para esta potencia un satélite revolucionario en el continente americano, siendo especialmente incordiante para los Estados Unidos, que por la proximidad hicieron valer sus tesis del espacio vital, dejando claro que no iban a permitir ofensivas tan próximas a su espacio estatal. Cuestión que llegó a su punto álgido en la famosa crisis de los misiles, y en el chapucero intento contrarrevolucionario del desembarco de bahía de cochinos, que dejaba la cuestión en “tablas” entre las dos superpotencias, siendo Cuba títere de una de ellas.
Todo esto, unido al histrionismo personal de Fidel y a la mítica leyenda generada en torno al Che, hizo que el régimen cubano asumiera una función de mito referente para la propaganda comunista en el mundo, alentando la revolución permanente, especialmente en Sudamérica e incluso en algún país africano. Pero este sueño se fue desarbolando con la existencia de una férrea dictadura en la isla, con persecución y encarcelamiento de disidentes, con la instalación de una elite de burócratas del partido, una red de chivatos y una clientela dócil a la delación, en parte por propia iniciativa, y en parte, porque así se aseguraban unos privilegios sociales imposibles de alcanzar si no se entraba, de alguna manera, en el “aparato represor del régimen” que de forma continua ha quebrantado los derechos humanos.
A todo ello, habría que añadir el fracaso económico del sistema castrista, con una economía de supervivencia y escasez extrema de productos, incluso de primera necesidad, conllevando niveles extraordinarios de desempleo e infraempleo, de privación y escasez especialmente de las capas populares, a las que el régimen decía defender. Hecho que motivó las oleadas masivas de prófugos de la isla, jugándose la vida, con la policía del régimen, y con los peligros de las inclemencias naturales, en el caso de los conocidos “balseros”. Todo lo cual se agravó con la caída de la URSS, que en cierto modo sostenía la precaria economía cubana, y llevó a situaciones límites a los habitantes de la isla, que el régimen manipuló arteramente con los reiterados llamamientos a la unidad, a la defensa de la caduca revolución, y hacer frente al “enemigo exterior”.
Por consiguiente, a la hora del relevo de su Caudillo Castro, por pura decrepitud personal, ya que los años no le perdonan, lo que sus enemigos no alcanzaron, le ha obligado a anunciar su retirada del poder, que ha ejercido de forma personal y autoritaria, con implacable impiedad para sus contrarios; hay que hacer balance de un régimen aventurero, que ha reportado muchos años de sufrimiento y explotación de Estado a su pueblo, erigiendo a una minoría del aparato del poder en casta superior con privilegios que a los demás le han sido negados. Por tanto, régimen que –más allá de la mitología, de la progresía de salón- resulta poco edificante y nada recomendable, visto lo visto.
No obstante, en este momento se cierne la incertidumbre del devenir de los acontecimientos del régimen castrista sin Castro, ignorando si habrá un acantonamiento numantino con el apoyo de la progresiva dictadura chapista, cuyo mentor Hugo Chavez ha estado rondando a Castro para tomar el relevo de la épica revolucionaria en Sudamérica; o si por el contrario habrá una evolución con la consiguiente apertura del régimen a fórmulas democráticas, llevando a Cuba al mundo libre, algo tan ansiado por la mayoría de sus habitantes del interior y del exterior del país. O si por el contrario, buscarán una solución híbrida, de una economía capitalista de mercado, guardando las esencias políticas comunistas para el discurso político y social, solución esta a “la China”, que por pura incoherencia irá demandando con el tiempo, también la evolución política hacia democracias de corte liberal, más o menos occidentalizadas.
De todo lo anterior, no sólo depende la estabilidad y el bienestar del interior de la isla, sino también del entorno geoestratégico, donde países como Estados Unidos, y España pueden tener algo que decir, en el sentido de ayudar al país vecino, y hermano, respectivamente a salir del estancamiento, del pseudosueño o pesadilla revolucionaria, e integrarse en la modernidad del mundo libre, del progreso y del bienestar.

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